Cuando llega un año nuevo iniciamos una serie de propósitos que luego en el tiempo se van difuminando y al final pocas personas consiguen completarlos. De hecho muchas veces son los mismo propósitos que año tras año se plantean y año tras año se fracasa en ello. ¿Por qué ocurre esto?
El problema principal es que nos ponemos siempre metas muy difíciles de cumplir, y aunque la motivación sea alta ahora a principios de año, esta va decayendo rápidamente y en pocas semanas se nos olvidan ya nuestros propósitos. Además hacerlo sin contar con un plan correctamente definido y sin un apoyo adecuado para lograrlo te va a llevar a fracasar casi con total seguridad. Después se instaura un sentimiento de frustración y de baja autoestima por no conseguir los propósitos propuestos y que conlleva a un miedo al cambio y a seguir como siempre. Pero ya sabemos que para conseguir resultados distintos no podemos seguir igual y hay que salir de la zona de confort y adentrarnos en la zona incómoda.
Por ello, para hacer los cambios necesarios es necesario seguir una serie de pasos. Primero es necesario tener claro la necesidad del cambio una vez identificados el problema o problemas a resolver. Si no tenemos claro los cambios que queremos hacer en nuestra vida no podremos realizarlos nunca. Muchas veces incluso sabiendo lo que queremos cambiar no somos capaces de hacerlo por pereza, por miedo al fracaso, por miedo al rechazo, por no sentir dolor (físico, emocional, social), y al final continuamos igual como si la situación fuera a cambiar sola sin acción por nuestra parte por acción divina.
Segundo hay que hacer la lista (una vez identificados los cambios a hacer) de forma realista y sencilla, y escribirla en un papel. Hacer una lista con 30 propósitos no es adecuado pues no va a ser muy práctica ni útil. Podríamos centrarnos en uno o dos temas principales a cambiar y que sean factibles. Ponernos metas pequeñitas a corto plazo (días o semanas) y otras metas más a largo plazo (meses, años). Hacer un seguimiento continuo de nuestro progresos puede reforzarnos los propósitos y la motivación para seguir queriendo continuar con los cambios y ante un pequeño fracaso tener la fortaleza de seguir enfocados en nuestras metas.
En tercer lugar es tomar la acción necesaria para conseguir nuestros propósitos. La constancia diaria y la facilidad de ejecución son las claves. Es decir, con un propósito sencillo de cumplir diariamente lograremos el establecimiento de un pequeño hábito que podremos en el tiempo ir haciéndolo más grande obteniendo poco a poco mejores resultados. Proponernos realizar el primer día algo grandioso solo logrará que nos desanimemos y lo dejemos al segundo día. Así en días de baja motivación no peligrará la realización de nuestras acciones y en pocas semanas habremos creado un nuevo hábito. Es necesario llevar un registro del progreso realizado para ir midiendo los cambios.
En cuarto lugar es necesario buscar un sistema de apoyo que nos ayude a mantener los refuerzos y los cambios que vamos consiguiendo. Los grupos de apoyo (reuniones,, unirse a asociaciones, grupos online en redes sociales, actividades grupales) y la búsqueda de un coach personal que nos oriente y nos encauce en los objetivos son muy adecuados para crear el entorno adecuado para conseguir nuestros propósitos.
En quinto lugar una vez creado el hábito nuevo o el cambio que queríamos realizar podemos iniciar con uno nuevo y seguir afianzando el anterior de la misma manera que hemos hecho. Mediante el registro de los progresos podemos ir viendo la consecución de los nuevos cambios a lo largo de año y al final hacer una evaluación con todo lo conseguido que nos hará estar más motivados, con más alta autoestima y que nos dará impulso para iniciar nuevos retos más grandes.
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